El increíble club de los ‘baby emprendedores’

Isabel García Méndez y David Rodríguez – 22/03/2019

Tienen menos de 23 años y algunos, incluso, acaban de estrenar la mayoría de edad. Pero poseen algo en común: ya han creado su propia empresa. A pesar de su juventud, pueden darnos algunas lecciones.

Algo se está moviendo en el mundo empresarial. Uno de cada cinco estudiantes universitarios quiere ser empresario. La cifra crece hasta el 79% entre los menores de 35 años. Más raro es quienes se deciden a emprender siendo menores de edad. Hemos indagado y reunido a unos cuantos emprendedores menores de 23 años, que nos han contado unas experiencias realmente interesantes

Rasgos comunes

– Una motivación a prueba de bomba. La mayoría de ellos afirma que están haciendo lo que realmente les gusta y eso les impulsa en todo momento. Son conscientes de que sólo con su esfuerzo personal conseguirán sacar adelante el proyecto.

– Apoyo familiar. Todos coinciden en haber logrado el apoyo de la familia, por lo menos anímico.

– Inquietud para buscar herramientas. A la pasión por emprender desde muy jóvenes se suma en muchos casos el interés por la tecnología.

Pistas para madurar

Contagiados por su entusiasmo, resulta difícil identificar algún riesgo en su peripecia. Sin embargo, creemos que deben tomar por lo menos algunas precauciones. Hemos consultado a dos expertos, Jordi Vinaixa, profesor de ESADE, y la experta Rafaela Almeida, socia de la agencia Blanz. Éstas son sus conclusiones:

– La pasión ciega. El entusiasmo desbordante puede llevar a expectativas fantasiosas y poco realistas; ello unido a que la juventud tiende a minimizar los riesgos, el peligro de imprudencia salta a la vista. Es necesario que haya en su entorno alguien, su familia o algún asesor, que ayude al joven emprendedor a imprimir sensatez a su proyecto.

– Falta de formación y experiencia. Es necesaria una preparación tanto personal como profesional y en muchos casos no han tenido tiempo para atesorarla. Ahora bien, esta carencia puede suplirse con cursos especializados o con asesoramiento externo.

Hemos indagado y reunido a unos cuantos emprendedores menores de 23 años, que nos han contado unas experiencias realmente interesantes. Te mostramos tres ejemplos:

Lucía Sánchez: “Siempre he tenido el sueño de tener mi propia empresa”

La pasión por la tecnología es uno de los denominadores comunes en la carrera de los emprendedores menores de edad. “Me apasiona y siempre he tenido el sueño de tener mi propia empresa”. Así explica su motivación Lucía Sánchez, creadora de Unicorn Gamer , una compañía especializada en desarrollar juegos para móviles. Con 9 años, Sánchez vendía pulseras en la playa y solo un año después empezó a comercializar camisetas personalizadas por ebay. Con estos mimbres, casi parece una evolución natural que ya pudiera programar a los 12 y fundar la empresa con 15.

El ambiente empresarial resultó esencial para despertar el espíritu emprendedor de Lucía Sánchez, que con solo 15 años fundó Unicorn Gamer. “Desde pequeña he sentido interés por leer contenidos empresariales y tecnológicos”. La inspiración le llegó al ver una charla TED de un niño norteamericano que había creado su propio videojuego. Sánchez recuerda que “no empecé a hacer juegos solo por aprender a programar, sino que mi idea ya era fundar un estudio de videojuegos que derivara en una empresa”.

La investigación a través de los tutoriales para aprender a hacer videojuegos acercó a Sánchez al sueño inicial. “Me di cuenta que los creadores de Candy Crush, Angry Birds o el Minecraft montaron empresas con muchas personas trabajando y obtenían grandes ingresos. Eso es lo que me hacía ilusión”. La etapa de buscar financiación para poner en marcha el proyecto la solventó con plataformas de ‘crowfunding’ como Kickstarter o Indiegogo. “Es una ventaja que no sea necesario el contacto real con los inversores o los business angels”.

Otro hándicap fue que Apple no le permitía crear una cuenta de desarrollador con su nombre porque era menor de edad. Tras solucionar el inconveniente, prosiguió con el aprendizaje empresarial y tecnológico. “Youtube es la herramienta más efectiva para formarte en cualquier campo. Todos los proyectos que he realizado han sido a base de mirar tutoriales y otros recursos gratuitos fáciles de encontrar en la red”. El papel de la tecnología ha sido clave en el proceso de aprendizaje de Sánchez.

Para sacarle el máximo partido a las posibilidades tecnológicas, la creadora de Unicorn Gamer aconseja “tener foco y saber que es lo que quieres. A la vez, es necesario aprender conceptos constantemente para evolucionar”. Sánchez echa de menos que el sistema educativo fomente habilidades necesarias para emprender. “Contabilidad, hablar en público, trabajo en equipo y programar son materias básicas para implantar una iniciativa empresarial y que no se practican en la escuela”.

Pese a que la facturación de la empresa todavía no resulta muy significativa, los pasos de Lucía Sánchez se encaminan a obtener ingresos mediante la publicidad insertada en los videojuegos. “Lo más importante de Unicorn Gamer es que he aprendido a programar, desarrollo web, campañas de comunicación y monitorización on-line”. Este bagaje lo quiere usar para montar una empresa más rentable e innovadora, que también financiará a través del ‘crowfunding’.

Una vez finalice los estudios universitarios en informática y administración de empresas, Lucia ya piensa en idear otro proyecto más ambicioso.

Alex Sicart: “Con 19 años ya he creado tres empresas”

Alex Sicart reconstruyó un ordenador MAC a base de cartón con tan solo 12 años. Con 13, gracias a los tutoriales de internet, aprendió a programar y creó una startup centrada en la transformación educativa. Solo tres años más tarde presentó Sharge, un proyecto que servía como plataforma de economía colaborativa, en el que los usuarios compartían enchufes para recargar los vehículos eléctricos.

Alex Sicart tiene ahora 19 años. Con esa edad, ya ha creado tres empresas (una startup de transformación educativa, una plataforma de economía colaborativa y un sistema de envío de archivos mediante la tecnología ‘blockchain’). La primera aplicación la creó con 12 años. “Surgió de la necesidad de compartir el contenido de los apuntes de clase”. Era el origen de lo que hoy conocemos como economía colaborativa.

Con 11 años, Sicart creó un ‘mac’ de cartón. Dos años después aprendió a programar con tutoriales de internet, lo que le ayudó a fundar Studios Management, la startup educativa que le permitió realizar un curso sobre cómo crear una empresa en la escuela de negocios EADA. El joven emprendedor relativiza el aprendizaje tecnológico. “Es muy fácil. Es como estudiar un idioma”.

Sharge , una plataforma de economía colaborativa en la que los usuarios compartían enchufes para recargar los vehículos, fue el proyecto empresarial que gestó Sicart con 16 años. Con esta iniciativa descubrió la tecnología ‘blockchain’, de la que hoy en día es un experto. Gracias a una moneda virtual, las ‘sharge coins’, “los usuarios podrán compartir pagos sin necesidad de pasar por las centrales o las compañías eléctricas”.

Sicart confía plenamente en las posibilidades de la tecnología ‘blockchain’. “Millones de personas mejorarán sus vidas cuando se desarrolle”. De esta creencia, ha surgido File Nation, su última aventura empresarial. La plataforma de envío de ficheros, similar a Wetransfer, utiliza el ‘blockchain’ para mejorar en seguridad y privacidad. Con la aplicación de este sistema, Alex Sicart considera que se resuelve tecnológicamente el problema de la desconfianza entre las personas que establecen contacto para iniciar una relación empresarial.

En España, ni la administración ni las empresas están preparadas para la tecnología ‘blockchain’ porque se trata de un modelo disruptivo. Por esta razón, Alex Sicart se plantea continuar su educación en Suiza, donde se permite la inversión en criptomonedas sin que comporte problemas legales. “Sobre el ‘blockchain’ no hay nada escrito ni tampoco una regulación que facilite la compraventa de energía entre particulares”.

Después de realizar los estudios de secundaria, Sicart asegura que “no se tiene en cuenta el componente emocional en el ámbito de la formación”. Así, considera que la tecnología suplirá los contenidos académicos, pero “es necesario que los centros educativos impulsen el conocimiento de uno mismo”. De momento, el joven emprendedor comenta que no se encuentra trabajando a ‘full time’. “Hemos creado la plataforma File Nation, que cuenta con 10.000 usuarios activos al mes, pero todavía no siento que haya innovado de verdad”.

Como proyectos futuros, Alex Sicart trabaja en crear un ‘framework’, de forma que se pueda usar un protocolo para distinguir las noticias reales y las falsas y que se premie a las primeras. Como experto en ‘blockchain’, Sicart actúa como consejero en la empresa Internxt y ha constituido la plataforma de datos en la nube SnapCloud. Después de haber estudiado en Codeworks, uno de los centros de programación con más prestigio de Europa, anuncia que no quiere ir a la universidad. “Prefiero una formación rápida en lenguajes de programación. Creo que ya estoy listo para emprender”.

Pablo Vidarte: “Emprender es mucho más que crear una empresa”

El ingenio derivado de aprovechar la naturaleza mediante procesos tecnológicos es el que llevó a tres jóvenes de 18 años (Pablo Vidarte, Alexandre Díaz y Javier Rodríguez) a formar Bioo en 2015. El producto que les dio la fama fue un puerto USB en forma de roca, que se enchufa al ‘smartphone’ para que la energía liberada por la fotosíntesis recargue el teléfono móvil. Ho, solo Pablo y Javier continúan con la iniciativa. “Ahora estamos explorando cómo aplicar esta tecnología a otros formatos, como las televisiones o los restaurantes», señala Pablo Vidarte.

Aplicar la química, la física o la mecánica a la tecnología es la base sobre la que ha sustentado el modelo de negocio de Bioo. Vidarte explica que a través de ese sistema “obtenemos energía del agua o creamos baterías ecológicas con la luz solar que sirven para encender las bombillas leds de los colegios”. Otro de los ámbitos de actuación de la empresa son los parques y jardines. “Aprovechamos las plantas con la particularidad de obtener la energía constantemente, de día y de noche”.

La estrategia de Bioo se centra en aprovechar los recursos naturales, pero sin explotarlos ni depender de ellos. Es decir, independientemente del tiempo que haga, el método funciona igual. Gracias a estas investigaciones, la compañía ha creado un panel de un metro cuadrado, que comercializa mediante el ‘crowfunding’, y que genera energía verde de forma continua. Dentro del mismo concepto, Bioo ensaya con sensores instalados en parques y jardines, que basándose en el Internet of Things (IoT), miden el calor, la humedad y favorecen la lucha contra las plagas.

Vidarte, que tiene ahora 21 años, reconoce que ha dejado los estudios tradicionales. “Hemos creado una carrera para trabajar, ya que emprender no es crear una empresa”. Pese a reconocer las dificultades que se han encontrado en su carrera empresarial por el hecho de ser jóvenes, aclara que “no es tan difícil si tienes motivación y te encuentras en un momento de la vida, como nuestro caso, en que no tienes obligaciones familiares”.

Los responsables de Bioo admiten que al iniciar el proyecto empresarial siendo tan jóvenes, una de las dificultades es la falta de credibilidad del mercado y de los inversores. “Has de ser mejor que la media en un contexto global en que solo el 10% de las compañías que buscan financiación la consiguen y triunfan durante el primer año”. La trayectoria de Bioo desmiente las afirmaciones de Vidarte. La firma ha entregado proyectos a empresas del sector químico, como Inkemia, o del energético, como Repsol o Endesa.

“La ventaja que hemos logrado es que no hemos aprendido en la universidad, si no de los empresarios que han conseguido triunfar”. Mediante la creación de una universidad aplicada a la empresa, tal como la define Pablo Vidarte, Bioo ha tenido el apoyo de directivos de Coca-Cola o de profesionales de referencia del sector tecnológico. La creación de este procedimiento se justifica porque “el sistema educativo ni funciona ni ofrece las herramientas necesarias para emprender”.

Vidarte lamenta que se “exija más a un alumno que a un trabajador y que no se le otorgue la posibilidad de aprender”. De momento, la trayectoria de Bioo le ha llevado a posicionarse en mercados como España, Oriente Medio y América Latina. Su idea de futuro pasa por comercializar el panel de un metro cuadrado en zonas europeas con pocas precipitaciones o en áreas desérticas.

FUENTE: Revista Emprendedores