Javier Escudero Cuevas | 26/01/2020
Cualquier inversor dispuesto a aportar financiación para tu empresa cuantificará el volumen necesario analizando el valor de tu negocio. Y lo hará así.
Estas son dos de las técnicas más utilizadas por los inversores para hacerlo:
1. DESCUENTO DE FLUJOS DE CAJA
Este sistema se basa en la idea de que el valor de un negocio es igual a la caja que es capaz de generar. Así se consigue una proyección de los flujos que se obtendrán a lo largo de un horizonte temporal determinado y un valor terminal en adelante. Esos valores se descuentan con una tasa que refleje el riesgo asociado a tales flujos. Las necesidades financieras se obtienen calculando los flujos de caja y el estado de tesorería de la empresa y comprobando a cuánto asciende el agujero que las operaciones de la empresa van a causar a la caja de la sociedad. Ese agujero es lo que tendrá que taparse con la financiación del inversor.
El análisis del flujo de caja tiene tres partes. Uno es el flujo de caja de las operaciones, en el que se deben incluir las provisiones (los fondos de reserva ante eventuales pérdidas o gastos previstos), las amortizaciones (la reserva de fondos para reponer los activos que se están empleando durante la vida de la empresa) y los cambios en el fondo de maniobra, para saber en qué medida la empresa consigue financiación de acreedores o está financiando a deudores o su propio inventario. Esta métrica es clave, porque indica la capacidad de generar caja que tienen las actividades ordinarias del negocio, es decir, si las operaciones corrientes de la empresa (vender y soportar los gastos necesarios para vender) crean o destruyen dinero.
Dos, el flujo de caja de las inversiones, donde se deben tener en cuenta las inversiones realizadas que hayan comportado una entrada o salida de efectivo: adquisición o venta de inmovilizado material, adquisición o venta de inmovilizado inmaterial y otras partidas capitalizables. Generalmente, la empresa que se encuentra en situación inversora presenta un flujo de caja de las inversiones fuertemente negativo, en el sentido de que está destinando fondos al pago de proveedores de inmovilizado. Y tres, el flujo de caja de las actividades financieras, que son la deuda, los efectos comerciales descontados, el capital social y los dividendos”.
La suma de los flujos de caja de las operaciones, inversiones y financiación nos arroja el flujo de caja total del año. Esta métrica nos indica si la sociedad ha creado o destruido dinero durante el ejercicio en cuestión.
Ahora falta calcular cuánto dinero vamos a necesitar. Para determinarlo, falta construir el estado de tesorería. Partiendo de la caja al inicio del ejercicio y sumando los flujos de operaciones, inversiones y financiación se obtiene la caja al final del ejercicio, que es la que se llevaría al balance de situación. Realizando unas proyecciones financieras a cinco años, por ejemplo, y dejando en blanco el flujo de caja de la financiación, podríamos calcular cuál es la caja al final del ejercicio durante el horizonte temporal considerado sin aportaciones extras de capital. Una startup inversora presentaría un saldo final de caja negativo, y tomando el importe menor de todos estos saldos durante los años proyectados, obtendríamos una estimación bastante aproximada de la necesidad de financiación que tiene la empresa para poder realizar su plan de negocio. Al conocer el saldo negativo año a año sabemos cuándo es preciso realizar las aportaciones de fondos necesarias. A estas aportaciones parciales se las denomina rondas.
Fuente: Emprendedores.es