Cómo cotizar en bolsa sin facturar ni tener clientes

Contrariamente a lo que muchos puedan pensar, hay pymes y startups que consiguen entrar en el Mercado Alternativo Bursátil (MAB) sin haber facturado un euro ni tener clientes.

Ana Delgado | 26/11/2018

Es relativamente joven. El Mercado Alternativo Bursátil (MAB) empezó a operar en España en julio de 2009 al objeto de dar oportunidad a las pequeñas y medianas empresas (más del 99% de nuestro tejido empresarial) a acceder de forma sencilla al mercado de valores. La plataforma abría así una vía alternativa a las pymes en expansión y deseos de consolidarse para obtener financiación, ganar visibilidad, liquidación y profesionalizarse. La otra puerta que abre es de cara a los pequeños inversores que quieran diversificar sus carteras.

La iniciativa no es original en España. En Reino Unido, por ejemplo, existen varias propuestas similares siendo la más popular la del AIM (Alternative Investment Market) británico con una trayectoria superior a dos décadas y que ha facilitado financiación a miles de pymes. Sin embargo, a día de hoy son pocas las empresas españolas que se animan a optar por este canal de crecimiento. Actualmente solo 42 empresas cotizan en el MAB, al margen de las SOCIMI (Sociedades Anónimas Cotizadas de Inversión Inmobiliaria) y SICAV (Sociedad de Inversión de Capital Variable).

Cierto que los inicios fueron bastante desafortunados. Se produjeron sonoros casos de fraude, como el de la startup Gowex, mientras que en otros, como con Bodaclick o Zinkia, se pidió suspender la cotización. Ello supuso la corrección de determinados protocolos y procesos pero, aún así, el MAB no termina de entusiasmar a la pymes y startups españolas.

FacePhi es una startup alicantina especializada en biometría por reconocimiento facial que empezó a cotizar en el MAB el 1 de julio de 2014. “No importa el tamaño ni la estructura de la empresa. Nosotros entramos siendo muy pequeños y sin tener aún clientes ni haber facturado nada”, cuenta Javier Mira, CEO y fundador de la compañía. Pero lo que sí tenía FacePhi era una tecnología disruptiva con mucho potencial en el mercado, 6 años de recorrido entre el desarrollo y la implementación, muchos pilotos funcionando ya en bancos y un sólido plan de negocio, a falta solamente de conseguir dinero para arrancarlo.

Antes de acudir al MAB buscaron financiación por otras vías, empezando por las famosas 3F’s. Esto da para sobrevivir e ir tirando, pero llega un momento en el que hace falta capital más intensivo. Javier Mira lo buscó, primero en España y luego en Estados Unidos. “Entonces en España no estaba aún muy desarrollado eso del capital riesgo. Todos pedían tracción, clientes, facturación…Ahora se sabe que muchas empresas que gozan de esos atributos pueden no ser rentables. En San Francisco el sistema de inversión estaba más maduro pero no nos interesaron las condiciones que nos propusieron”.

Así que, con la intención de diluirse lo menos posible y obtener la financiación que necesitaban para cerrar acuerdos, analizaron la opción del MAB y se subieron al tren. “Lo hicimos principalmente por dos motivos. Primero: dotar a la empresa de transparencia y profesionalidad de cara a las cuentas públicas y al cliente final y, segundo: levantar capital y minimizar el riesgo de dilución”. Ambos objetivos dicen haberlos conseguido.

A día de hoy FacePhi trabaja con 30 bancos, todos internacionales -excepto Sabadell- que suman en conjunto los 6 millones de usuarios que utilizan su solución de biometría facial adaptada a la banca móvil. Han realizado ya 500 millones de autenticaciones y el año pasado facturaron 2.700.000€, estando próximos a alcanzar 1M de euros de Ebitda. Las expectativas para el cierre de este año son de haber facturado 4.500.000€. “Prácticamente doblamos la facturación todos los años”, dice Mira.

En cuanto a si hubiera sido posible alcanzar estas métricas sin cotizar en el MAB, la respuesta del CEO es “nunca se sabe”, pero sí está convencido de que les ha sido útil para profesionalizar la gestión de la compañía. “Ten en cuenta que estamos sometidos a auditorías regulares y que hay unos requisitos y protocolos bastante estrictos que debemos cumplir. Ser una empresa que cotiza te da también una pátina de seriedad que genera confianza de cara a clientes e inversores”.

A las ventajas señaladas por Mira, añade Juan Jesús Velasco, codirector de la aceleradora de startups, El Cubo el factor de liquidez del accionista. “En una compañía cotizada entrar y salir es relativamente sencillo, es comprar o vender en un mercado. En una compañía no cotizada las reglas de entrada y salida son más estrictas. Sin embargo, el accionista no busca una liquidez tan rápida; entra porque espera multiplicar su inversión en un plazo razonable”.

La desventajas

Pero no todo son felicitaciones. Aunque las barreras formales de entrada no parecen demasiado altas, existen varios factores que pueden desalentar a pymes y startups a cotizar en el MAB. Estos son algunos:

-Hace falta dinero. No en lo que se refiere a la facturación sino en un capital mínimo para atenerse a todos los trámites. Estar en el MAB exige, por ejemplo, que la empresa designe a un asesor registrado y contrato de liquidez, además de contratar auditores y asesores legales para cumplir con el compliance. En el caso de Facephi creen recordar que su ingreso costó entre 350.000 y 400.000€ además de otras cantidades que se pagan anualmente. Puedes consultar los requisitos y tarifas a fecha actual en este enlace .

-Inspecciones constantes. Cotizar en el MAB supone para las empresas que lo hacen presentar las cuentas anuales auditadas con informe especial de la Comisión de Auditoría, además de presentar las cuentas semestrales sometidas a revisión limitada más comunicación de participaciones significativas. Deben, también, comunicar cualquier información que se considere relevante para la compañía.

-Te diluyes menos, pero te diluyes. También aquí te tienes que ganar la confianza de tus inversores teniendo en cuenta que, el precio de las acciones se forma por la libre concurrencia de la oferta y la demanda. En cualquier caso, el control de la compañía siempre va a depender un poco de las políticas de sus fundadores. Tomando de nuevo a FacePhi como ejemplo, Carlos Mira admite que entre un 40 y un 42% permanece en manos de los 5 miembros del Consejo de Administración a lo que suman, aproximadamente, un 15% de inversores de confianza, de las 3F’s. El 30% restante lo desconocen pero ese 65% les permite mantener el control de la empresa.

-Le falta ganar visibilidad. Aunque entre las promesas que hacen desde el MAB está la de ayudar a las empresas a ganar visibilidad, lo cierto es que la misma institución como tal pasa bastante desapercibida en España y los medios de comunicación. En este sentido Carlos Mira echa de menos una labor pedagógica y de difusión de cara a las empresas y los inversores.

-Solo para negocios a largo plazo: Otra observación que hace Juan Jesús Velasco es que no es la vía más indicada para el tipo de emprendedores compulsivos a quienes gusta tener una idea, desarrollarla, lanzarla y venderla o abandonarla una vez que la han puesto a rodar. “Creo que el MAB está más indicado para negocios a largo plazo. Hay startups que nacen para ser vendidas a una gran compañía y, por tanto, su desarrollo está orientado a que venga alguien y compre el 100% del negocio para integrarlo dentro de su compañía. En una empresa de exit, seguramente, no dé tiempo a tomar dimensión como para tener que recurrir a una salida a bolsa para financiarse, la compra de la compañía ocurrirá antes. En un negocio más orientado al largo plazo, salir a bolsa (o al MAB o al entorno pre-mercado) es una opción para financiarse porque aspiras a que la compañía siga perdurando en el tiempo y que, además, siga creciendo”, sostiene.

 

Fuente: Revista Emprendedores