La decisión de empezar a trabajar por cuenta propia e iniciar un proyecto desde cero no debe tomarse a la ligera, ya que es una responsabilidad que tendremos que asumir a largo plazo. Hay muchos factores que influyen en que una buena idea pase a convertirse en un producto exitoso; todo depende de cómo gestionemos nuestros recursos y seamos capaces de planificarnos. Por lo tanto, mostramos algunos consejos que nos ayudarán a convertirnos en el emprendedor soñado: productivo, creativo y ambicioso.
- Anotar siempre las ideas
No hay nada más enriquecedor para un emprendedor que una sesión de brainstorming, es decir, un bombardeo de ideas. Ahora bien, el problema de tratar de abarcar demasiados pensamientos es que podemos acabar colapsados y no captar el dibujo completo de nuestro negocio. Por lo tanto, es recomendable que cada vez que tengamos una idea, la anotemos -ya sea en papel o en el ordenador- para no olvidarla. Además, podemos encontrar en la red diagramas de flujo gratuitos https://www.goconqr.com/es/diagramas-de-flujo/ que nos ayudan a conectar nuestras diferentes ideas y darles cohesión, de modo que podamos tener una mejor perspectiva de cómo se va moldeando nuestro proyecto.
- Tener un horario
La idea de que los emprendedores no tenemos horario es una gran mentira. O debería serlo. Por mucho que no tengamos un jefe que nos esté presionando, es fundamental planificarnos un horario durante la semana y tener suficiente constancia como para respetarlo. Debemos encontrar en equilibrio: no pasar ni demasiadas horas trabajando ni muy pocas. Lo ideal es organizarnos cómo si se tratase de una jornada laboral normal, ya que si nos excedemos podemos acabar saturados, lo que repercutiría negativamente en nuestro rendimiento. Además, las mejores ideas suelen llegar cuando estamos relajados y nuestra mente está en reposo.
- Reinventarse constantemente
Debemos tener claro que al iniciar un proyecto nos equivocaremos mil y una veces, ya que solo podremos alcanzar la excelencia a través de un proceso de margen y error. Cuántas más modificaciones tenga nuestra idea original con el paso del tiempo, mejor estaremos haciendo las cosas. Un buen emprendedor debe tener capacidad de adaptación para ir moldeando sus ideas, añadiéndoles nuevos matices e incluso virando hacia un modelo mejor. Por lo tanto, no debemos ser conformistas y levantarnos cada día con la mente abierta para buscar innovaciones en nuestro proyecto y novedosas formas de mejorar lo que ya tenemos.
- Marcarse pequeños retos
El trabajo de un emprendedor es similar al de una hormiga: lento y constante. Nuestro negocio irá avanzando –especialmente al principio- pasito a pasito y se irá desarrollando paulatinamente. Es decir, no podemos esperar que nuestra idea pegue un pelotazo al cabo de un mes, ya que estaríamos engañándonos a nosotros mismos. Por lo tanto, para mantener el ánimo alto e ir registrando nuestros avances podemos marcarnos una serie de retos para cada semana y mes. De este modo, trabajaremos con un objetivo claro y podremos valorar de forma más precisa si estamos cumpliendo las expectativas que nos marcamos. Además, el hecho de ir superando miniretos es un buen aliciente y nos permite concentrarnos en las tareas del día a día.
- Tomar riesgos
Si has decidido emprender, significa que ha llegado el momento de arriesgar. Nunca podremos saber si las ideas que tenemos en mente funcionarán si no tratamos de aplicarlos. Y esto significa que en muchas ocasiones cometeremos errores y no consigamos hacernos un hueco en el mercado como deseábamos. Pero si de cincuenta ideas que tratamos de lanzar, una de ellas prospera, ya será un éxito. Además, debemos llamar a todos los contactos de nuestra agenda que puedan sernos de ayuda, ir a conferencias relacionadas con el sector en el que nos queremos meter, probar cosas nuevas… Es decir, ¡no parar de intentarlo! El no ya lo tenemos, por lo que no perdemos nada por tratar de llevar a cabo aquello que tenemos en mente.