SONETO PARA EMPRENDEDORES

El Hijo Del Fenicio

Tengo anclados mis barcos en el puerto.

Espero una señal del mar propicio

para zarpar, soy hijo de un fenicio,

a hacer negocios. Estaría muerto

 

si no fuera por esta empresa mía

que me hizo amigo del temible asirio,

del persa esquivo y me evitó el delirio

de los hombres curtidos de la fría

 

llanura que se extiende allá en el Norte,

más allá del mar Caspio y del mar Rojo.

De todo trato entiendo su resorte

 

y sé mirar con calma y con arrojo

a los ojos del mundo. ¡Aire en las velas!

No pido más ni vendo bagatelas.

 

Rafael Pérez González

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